R. al P. II "Historias de la puta mili"

Mes 1 de internado:

"Todo empieza en una mañana fría y gris durante el ya habitual momento de relfexión...
Llevo un mes aquí... un mes de desolación; sin alcohol, sin mujeres, sin alcohol, sin mujeres... Todo esto me está afectando a la cabeza, los pilares de mi supuesta vida superficial (recordemos que los dioses tienen varios mundos interiores desconocidos hasta por ellos) se está derrumbando, necesito algo, estoy perdido... Eso que me dijo Mika... Tendrá que haber señales sobre la ubicación... pero por dónde empezar? ...

Un momento!! salto disparado de la taza en dirección al barracón, ahora caigo en la cuenta: las cuñas de la pared toman significado, he descubierto un problema chorras puesto que la carta se haya debajo de una piedra señalada en la pared mediante complicadas y estresantes indicaciones que a cualquier mortal le hubiese llevado años resolver. El caso: tego en mi poder un mapa detallado del campo de concentración y en cuyo reverso se detallan todas las vías de escape y lo necesario para llevarlo a cabo.

Solo necesito comandar una pequeña cuadrilla de inéptos para arreglar todo lo que vayan haciendo mal: Tapan Kangas (información y comunicaciones); Ari Katajamäki (documentación); Juha Mäenpää (materiales); Jere Luokkamäki (asuntos técnicos)

La primera misión casi se se creo sola; ir al pueblo a por todo lo necesario para ser autosuficientes, en el mapa se detalla todo lo necesario para poder producir licor. Kangas se encargará de contactar con el local expendidor, Katajamäki se encargará de la dirección y de conseguir salvoconductos, Mäenpäa tiene que conseguir material de escape (ver cualquier película temática), por último Loukkamäki se esta concentrando en plantar marihuana que es la época (es el hombre mulitusos).

Hemos fijado como centro de operaciones las duchas por su alto contenido homoerótico entre otras cosas. El plan es el siguiente, en la noche del viernes cuya guardia me toca a mí y a Kangas nos introduciremos en el sistema de alcantarillado del centro, desde alli recoreremos 2 kms dirección oeste hasta la desembocadura en el rio y siguendo el curso del rio 1,5 kms norte encontraremos una carretera comarcal hasta el pueblo. Todo esto parece fácil y lo es (no siempre escaparse tiene que ser difícil e implicar historias alocadas y al borde de la muerte) el único problema es que no tenemos la dirección del local, ni el nombre, sólo una contraseña y una pista "Quien a buen árbol se arrima dios le ayuda".


Los días se suceden con extremada lentitud y asquerosa monotonía aquí dentro: levantarse, un poco de marcha, un poco de tiro, comida, la hora diaria en el centro de desarrollo de facultades extrasuperiores, ejercicio y poco más. Sólo dos cosas pueden salvarme de la monotonía; que nos vayamos de maniobras, o ver ese cuerpo de monitora pelirroja (totalmente fuera de tópicos por supuesto) de la cual sólo se un nombre: Nadia. Es monotono hasta el centro de desarrollo, es aburrido demostrar constantemente que uno es el mejor (posiblemente esa sea la causa de que deje la gloria para los más desfavorecidos -soy demasiado bueno para ser tan guapo-).

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El viernes amaneció antes de lo habitual, el sargento Ahonen nos despertó a las 4:19 de la mañana a compás de trompeta y silbato para hacer unas maniobras de defensa de población civil, las caras de decepción se dibujaban en mi cuadrilla debido a su renombrada ineptitud, defenderíamos el pueblo del cual nos probeeríamos. A las 4:22 partíamos hacia el pueblo (Nos sobraron dos minutos para hacer la cama), evitando las gélidas y malolientes cloacas. Al mediodia ya rodeabamos el pueblo y estableciamos un campamento de campaña, hacer una escapadita de él sería un simple juego de niños superdotados. El plan para la tarde consistía en un reconocimiento concienciudo de la zona, la encargada de elegir "comandos" de reconocimiento era Nadia, que decir que no me resultó difícil lograr la zona norte del pueblo (la táctica utilizada para ello se denomino más tarde pucherazo) por sus frondosos bosques que casualmente rodean un antiguo templo y una licorería (todo en esta vida es tan obvio...).

Loukkamäki, Katajamäki y Mäenpää me acompañaban. Jere fue de avanzadilla hacia la licorería mientras que los demás haciamos una rápida inspección por la zona; nada que reseñar, la zona era en realidad un boseque unido al pueblo por un pequeño sendero que moría en el templo, la licorería (a pesar de no estar muy bien colocada) tenía aspecto de prosperar pero como tienda de animales silvestres, puesto que tenía toda la pinta de que llevaba cerrada varios años. Sin embargo una pequeña puerta nos dio esperanzas, detrás de ella habitaba un hombre bajito que sabia más de lo que contaba, que sabía lo del licor pero no era el expendedor, que sabía dónde lo conseguiriamos pero no sabía la dirección exacta.

Con la desmotivación propia del fracaso nos dirigimos al templo (abandonado por cierto) a malgastar el tiempo que restaba para volver al campamento, Katajamäki no hacia más que lamentarse en nuestras desdicha aludiendo a Dios como culpable, muy oportuno estando en un templo (suerte que los dioses no somos supersticiosos). Como una sinfonía Mäenpää se sacó un cigarro de marihuana de los pantalones de Jere, instante en el que se nos apareció el viejo bajito de detrás del altar: "veo que habeís sabido descifrar el enigma, pocos árboles hay mejores que el que tienes entre tus manos", sabiendo que nos dejaba a todos intrigados sacó los ingredientes uno por uno mientras decía "nada es gratis, solo el humo desaparece y al amanecer hay que volver con más", el puñetero viejo enigmatico desapareció a la vez que que el cigarro de Jere. Sólo nos dió los ingredientes para un par de litros.

El pacto estaba hecho, a partir de entonces deberíamos llevarle al viejito su fuente de inspiración para decir cosasa sin sentido que el nos daría nuestra fuente (simplemente nuestra fuente)."